viernes, 22 de octubre de 2010

Como bandera cargaremos el corazón

Desde 1712 las máquinas del capitalismo se han estado tragando al planeta con todo y gente encorbatada.


En 1989, se coronaba un rey más en Venezuela, el fin de la historia se había anunciado, a los pueblos del mundo según y un tal Fukuyama, sólo les tocaba celebrar el advenimiento definitivo del Capitalismo como rey único e indivisible del mundo conocido, (incluidas galaxias y otras menudencias), al cual había que respetar y amar como único dios verdadero, acompañado de las tres divinas personas, los bancos, la industria armamentista y las fábricas de drogas, so pena de darle duro a todo el que se resbale y no acoja el santo dogma.


Así dijeron que iba a ser, pero de pronto eso que llaman gente pobre, decide no leer al tal Fuku, y se va de rumba desde Guarenas hasta Caracas e invita a todo el país, a decirle al reyezuelo que se vaya con su capitalismo a otra parte, es decir bien largo ALCArajo, a lavarse ese paltó. De ahí palante, a ponerse alpargatas porque lo que llegó fue el joropo y de una vez el jarabe tapatío, o el corrío mexicano y la polca y la cuequita y el vallenato y la cumbia de mis amores y los boleros y los tangos y el jazz se acabó esta vaina, en todas las tierras que de este mundo se han apoderado los hacendados o gamonales o terratenientes, o tierracogientes, porque aparecieron los zapatistas, de lo profundo de la noche, con sus carasternura de tierra tapada y los piqueteros y los pibes argentinos, con su memoria peronista y los sin tierra del siempre verde Brasil, con una transnacional martillándole el cogote, y nosotros con mi compai Chávez a la cabeza, con su ancestro guerrillero de las sabanas que hacen sudar y querer, paradas con tanto rumbo con agua y muertas de sed de justicia y esa cara de indio negro que no la brinca un venao, con la intracultura de su abuela, y todos los indígenas bolivianos y peruanos y ecuatorianos y colombianos y chilenos y guatemaltecos y nicaragüenses y hondureños y venezolanos de este mundo, y los campesinos y los obreros hasta en Francia y en Alemania y en España y en Estados Unidos los millones de esclavos latinos decidieron ladrarle en la cueva al mismísimo demonio que había venido a retarlos, se han acordado de la lucha de clases, y en Irak e Iran de las mil y una noche le dan en la madre a las transnacionales que trafican con la muerte. El mundo se ha puesto de pie, aquí estamos con un asombro, con un asomo de alegría, con un regusto por lo que pasa, perdiendo la esperanza y perdiéndola de verdaita, no es juego, te lo juro por este capitalismo que se a de tragar la tierra para siempre. Esa religiosa esperanza que nos ha cagado la vida desde hace diez mil años, que nos ha tenido postrados, sin pensar sin accionar. Resignados a que algún día alguien vendría a salvarnos. No señor, ya decidimos no calarnos más a la hijoeputa esperanza. Ahora estamos preparando esta revolución, que comenzó en este continente. Hoy estamos dispuestos a no ser negros e indios o pobres o mujeres o campesinos u obreros y lo que siempre nos han nombrado. No queremos seguir siendo los esperanzados, que ven el presente de sus amos siempre libres. No señor, hoy, por este sol que nos alumbra, por esta noche que nos refresca, nos han entrado unas ganas de no ser más nosotros, ni amos, ni esclavos. Sépanlo, pues, curas, de cualquier izquierda o derecha. De ahora y en adelante, vamos a pensar en revolución, no mas dios, ni Darwin; a comer y cagar revolución. Porque así como ustedes nos ven callaitos y tal, tenemos un cerebro y un corazón ancestralmente colectivo; con el que queremos y vamos a amamantar esta revolución, hasta que quedemos secos, bien secos, sin un respiro, sin un aliento, porque la alegría esta allí, que se jodan los que creen que robando o acumulando poder hoy, sobrevivirán mañana.


Nos adherimos a la zesta zapatista con este bolivarianismo que no quiere capital ni adorar a ningún gordo becerro, y también nos adherimos a la mara, y al mapire y al morral y a todo lo que sirva para cargar adentro el corazón de los juntos, de los millones de solos que somos, pero intuimos que en colectivo seremos revolución, seremos lo que hoy no somos, y lo que después no seremos. Nos adherimos con el brillo en los ojos de los que saben que van a morir, porque es necesario nacer en los otros, de una vez como otros. Vivir o vivir, vencer o vencer, es nuestra inquebrantable obstinada y consciente obligación. ¿Cómo te quedó el ojo, agente enceguesedor?

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