viernes, 22 de octubre de 2010

Si siguen con el bochinchito ese, no les vamos a dar la revolución

Que cada quien cargue en su lomo-conciencia, con la maldición de lo dicho y no cumplido, porque no se tiene la convicción de lo traicionado a diario; cada vez que administramos el capital o las instituciones del Estado burgués, en nombre de la revolución y la salvación de los pobres.


Ni salvados ni seguidores


Hemos seguido a caudillos, líderes, partidos, religiones y todas y todos, siempre, nos han traicionado. La lógica indica que “al que lo mordió macagua, vejuca le para el pelo”


La política en Venezuela siempre la han ejercido los dueños y los vagos que se venden al mejor postor para obtener prebendas, porque los obreros, los campesinos los soñadores y las mujeres pobres, siempre hemos sido bulto o escalones.


Una de las cosas que debemos discutir es que a nosotros nadie nos salva, ni nos dignifica y mucho menos nos incluye o empodera (aún traducida es fea la palabrita gringa, copiada por algún tecnócrata que fue a mejorarse profesionalmente a las ciudades escuelas del imperio, pero cree que es muy revolucionario y coge un arrecherón porque alguien en la esquina del barrio le grita “dame la patica lorito”) por tanto es necesario que diseñemos nosotros mismos la política a discutir, las horas de discusión, la forma de discusión, los sitios, los temas, la manera de organizarnos; porque no queremos calarnos las gaguerías ideológicas de quienes jamás han tenido una idea partida por la mitad, pero como están enchufados en las viejas organizaciones y conceptos de izquierda y religión, en los parapetos surgidos en este proceso, en donde cuatro gatos se erigen como líderes fundamentales de un ratón mocho, y gritan prepotentes, y se pavonean, como si todo lo supieran, y por tanto creen estar predestinados a mandar per secula seculorum, diciendo que son los herederos de Chávez, su brazo ejecutor, los que le cargan la toalla; siendo que en una discusión real sus argumentos ruedan y no tienen nada que decir, como no sea la estridencia que te manda a callar, porque sólo saben lo del loro. repetir ideología, slogan, dogmas, consignas vacías de todo corazón, de todo cuerpo y cerebro, pero lo que hacen muy bien, es defender la mezquina cuota de poder que logran, en la babosería del jala mecate.


La otra organización


Los pobres debemos perder el miedo y sumarnos al proceso organizativo, para reclamar, para discutir, para no permitir que en nuestro nombre sea secuestrada la revolución, que tanta sangre y esfuerzo cuesta.


Hay demasiadas interrogantes que debemos hacernos y respondernos, en la medida de lo posible.


Está clarísimo que en este hoy necesitamos otra organización; que no puede parecerse ni remedar las antiguas; que no puede reproducir el modelo autoritario del capitalismo, donde hay militantes, simpatizantes, amigos y autoridades o jefes, que reproducen al infinito el sistema de dominación, al igual que un ejército o una fábrica o una iglesia o una escuela; en donde los jefes siempre son eternos y no los mueve sino otro jefe.


Por ejemplo se debe discutir, sobre todo lo que hacemos, cómo lo hacemos, cuándo lo hacemos, para qué lo hacemos, con quien lo hacemos, sea esto deporte, producción de alimentos, salud o vivienda.


Somos imperialistas

Para algunos se requiere la organización, porque el imperialismo está a punto de invadirnos y destrozarnos, cosa nada descabellada. No va a ocurrir, ya está ocurriendo: comemos como imperialistas, soñamos como imperialistas, nos vestimos como imperialistas, usamos la tecnología imperialista, hacemos deporte como los imperialistas, producimos como los imperialistas, acumulamos como los imperialistas, contamos como los imperialistas, crecemos como los imperialistas, nos desarrollamos como los imperialistas, ambicionamos como los imperialistas hacemos arte como los imperialistas, y todos los planes, a futuro son imperialistas; participar en las olimpiadas imperialistas, ser una gran potencia, crear más y más ciudades, para crecer a cien millones de habitantes, crear más y más y más empresas, para emplear más y más y más obreros, para explotarlos más y más y más y más y requete más, para tener más y más y más crecimiento económico.


Porque el Ser no es lo que piensa que es, sino lo que hace y planea hacer con lo que tiene.


Que tan egoísta soy con mi petróleo


Los pobres no somos exactamente los más beneficiados. Doy un ejemplo: cuando hoy se vende el petróleo a 70 dólares el barril y podemos comer mejor los venezolanos pobres, e ir a hospitales o centros de salud y ser atendidos en la realidad y no en la virtualidad escuálida, reflejada por prensa radio y televisión por los dueños; cuando millones hemos sido incorporados a las escuelas, cuando millones tenemos acceso a un techo y una atención afectiva en las distintas misiones, (hechos todos incontestables e innegables como no sea por la canalla miserable que no puede saciar su hambre acumulativa, como todo dueño de fábrica); en Irak, Haití, Centro América, y otros pueblos del mundo, ese mismo petróleo sirve para someter a los pobres de esos países, verdad también irrefutable, (como no sea por la posición ideológica, de aquellos y aquellas, en donde la revolución sólo es posible en lo local y no importa cuantos se jodan en cualquier parte del mundo. Sin darse cuenta reproducen el mismo esquema imperialista: “América para los americanos” lo demás nada importa).


La solidaridad del corazón colectivo


A los revolucionarios de este tiempo, (aún no compartiendo burocracias de por medio) nos toca ser como las primeras generaciones de la revolución cubana, que en este siglo se comportó como aquel pueblo que siguió a los libertadores a liberar a otros pueblos sin exigir nada a cambio, en la época de la independencia latinoamericana. Así mismo el pueblo cubano se entregó íntegro, se empinó por encima de sus miserias, para luchar masivamente al lado del pueblo africano, del pueblo asiático, del pueblo latinoamericano y caribeño, en los años sesenta y setenta del siglo XX.


Los pobres debemos abandonar al capitalismo


Todos los pobres tenemos una hermosa tarea. LA MÁS GRANDE. Acabar con el capitalismo, abandonarlo y diseñar para las generaciones futuras un planeta para ser vivido a conciencia. Esta tarea no es de un hombre o una mujer, de héroes o mártires, de sabios o acomodados, es tarea de multitudes conscientes, de multitudes concientemente juntas, concientemente amorosas. No dejemos en manos de los antiguos “cantos de ballenas”, como dijera Rosales, el gran “filósofo” maracucho, lo que debemos pensar, menos lo que hay por hacer. Lo pensado está cumplido, lo por pensar aún es un sueño.


Hermanos pobres, siempre se nos dijo y se nos impuso por los hechos que pensar y cambiar sólo estaba dado a algunas clases asociadas con el poder, pero la realidad hoy nos dice lo contrario. Hoy la luminosidad del tiempo nos habla de pueblos enteros que se alzan, en todo el planeta, que ya no quieren ser esclavos.


Hombres y mujeres pobres, por millones; en forma de negros, de indígenas, de obreros, de campesinos explotados se están constituyendo en fuerza revolucionaria.


Quela organización sea un instrumento para que las mayorías irredentas que aún somos, nos constituyamos en conciencia revolucionaria y sepamos de una vez por todas que no es salario mínimo, ni máximo, ni digno lo que requerimos; que no son mejores dirigentes sindicales, ni gremiales, ni funcionariales, ni diputales, ni tecnocratiales, ni concejales, ni policiales, ni ejercitales, ni alcaldiales, ni goberniales, ni presidenciales, los que hacen falta; ni que nos den, tal o cualquier cosa. Lo que hace falta, comprender juntos, es que nuestra fuerza de trabajo sea usada por nosotros mismos, para derrumbar al capitalismo; para usarla en la elaboración y diseño de la otra sociedad que nos toca soñar.


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