Cuando ocurre esto que llamamos revolución, mucha gente se asigna y se le asignan compromisos, responsabilidades difíciles de cumplir.
La revolución pareciera estar constituida permanentemente por dos constantes en un mismo plano, en distinto espacio y tiempo el morir y el nacer.
En la primera estamos involucrados los soñadores y también los interesados en sostener lo existente. Ambos sucumbiremos en la tragedia, porque nacimos y nos criamos culturalmente en este sistema; en la segunda se involucra el colectivo luchando en planos infinitos por disolver lo individual, fortaleciéndose para reconocerse, para saberse, encontrarse, y constituirse en fuerza revolucionaria, dedicada a fundarse como otro mundo social, el que no conocemos y no sabemos. Esta tarea, por mucha voluntad, disposición, coraje que tengan los individuos, no se puede cumplir, sino en la medida en que los esfuerzos estén conectados con el hacer y pensar colectivo.
Esto, en el pensar, pareciera algo sencillo, pero la persistencia del pensamiento que nos contraría (bien/mal, feo/bonito, guerra/paz, dialéctica/estática, trabajo/flojera, con dios/sin dios, negro/blanco), nos obliga involuntariamente a practicar y dar continuidad a lo existente. Todos los planes de trabajo nos conducen a la reactivación del capitalismo; obstinadamente, se sigue pensando en grandes fábricas, en mega proyectos productivos; y todo eso tiene que ver con un mito, una creencia: el sistema capitalista no es malo, lo malo son los hombres que lo dirigen y se aprovechan de él. A nadie se le ocurre cuestionar las fábricas, como si nuestras fábricas de petroquímica son menos contaminantes que todas las anteriores en Europa o Estados Unidos; como si nuestro plástico si va a ser socialista y se deteriorará antes de los cinco mil años previstos para los otros; o se explotará menos a los obreros porque coloquemos la etiqueta de socialista en la puerta de la fábrica, o porque rebajemos el horario de la jornada laboral (después de declarada la jornada de ocho horas de trabajo en el siglo diecinueve, el capitalismo adquirió un desarrollo tal, que necesitó dos grandes guerras mundiales para poder emparejarse); muchas personas creen que el tiempo es dinero, pero realmente es el uso eficaz, que se haga de la mercancía humana, lo que produce la ganancia, la fuerza fresca del trabajador; de hecho no hay un solo patrón que se queje de la rebaja de la jornada. El otro argumento es que nada de eso importa, siempre y cuando estas empresas presten un servicio social, que para la tecnoburocracia, es entregar lo que sobra, sin plan ni concierto.
Que lo importante es darle casas a la gente y no interesa que los métodos de construcción sólo conduzcan a la ganancia y acumulación del capital, sin importar cuantos ríos y montañas se destruyan para sostener la estética del capitalismo; que necesario es producir alimentos sin importar cuales sean, siempre y cuando llene la barriga de aquellos que se deslomarán en las fábricas.
Realmente no es nada sencillo, es bastante complicado librarse del pensamiento generado por el hambre el miedo y la ignorancia. Pero aquí es donde los revolucionarios deben ser optimistas y dar los saltos necesarios, para que los pueblos asumamos la revolución, no como un conjunto de recetas, sino, como la necesaria transformación de la conciencia y de la práctica productiva. El pensamiento dicotómico, sostiene al individualismo; los revolucionarios deben preguntarse ¿cuál pensamiento ha de sostener la acción del colectivo? qué será la práctica futura, al morir definitivo del capitalismo.
Estoy convencido de algo, el mundo por fundarse no lo harán los que tienen medios, ni los sabios, porque el que tiene, perdería su comodidad, y el sabio está incapacitado para aprender (salvando las excepciones) porque ya sabe, eso no le permite ser humilde ante lo nuevo (por ejemplo, el comportamiento de dirigentes, artistas e intelectuales, ante hechos producidos por nosotros como: el 27, 28 de febrero del 1989, el apoyo masivo a Chávez, el 4 de febrero, 1992, la confianza en las políticas implementadas desde 1999 hasta la fecha, actuación durante el golpe de estado 2002, el paro petrolero, referéndum, y la lucha por los diez millones). Pienso que los pobres, los jóvenes y las jóvenes más pobres, que somos la gran mayoría; los que hemos sufrido el mundo que habitamos, los que no tenemos nada que perder, estamos más cercanos en la capacidad de asumir el compromiso con el mundo, y como ignorantes, (en el mejor sentido de la palabra) somos una gran esponja, podemos aprenderlo todo, si se nos entrega honestamente el conocimiento de los problemas, tenemos seguridad que, rápidamente, conseguiremos las soluciones al mundo por construir. De eso se trata, a mi manera de ver, una revolución.
El 27 de febrero de 1989 nosotros nacimos como pueblo, con capacidad de dirigir y controlar nuestra propia historia, nuestro propio modo de contar, nuestro propio modo de hacer las cosas, ¡sí! Estamos en este ahora y no sabemos cuanto nos va a durar la construcción de nosotros como pueblo libre, independiente, decisorio de nuestras vidas, de nuestros afectos ¿Qué hacer? ¿Cómo lo debemos hacer? ¿Cuándo lo debemos hacer? ¿En dónde lo debemos hacer? Esas preguntas debemos hacerlas de manera masiva, todo el pueblo venezolano, sin distinción de ningún tipo, sin partidismos egoístas, sin gremialismos divisorios; sean estos de géneros, económicos, de color, de credos; que si por un lado las mujeres, que si por otro los negros, que si por allá los indígenas, ¡no! Aquí hay un problema que tenemos que asumir, porque hay mujeres pobres, y hay mujeres ricas, hay negros pobres y hay negros ricos, hay indios ricos y hay indios pobres, hay blancos ricos y blancos pobres, ¿en que lado nos vamos a ubicar nosotros como pueblo?
El socialismo es una discusión antigua, y hasta han ocurrido experimentos, que los propagandistas del capitalismo se han encargado de condenar. Para nosotros, ese modelo es desconocido en teoría y práctica, porque nosotros masivamente no hemos leído a Marx, ni a Lenin, ni a Engels, ni a los padres que se dice, son los luchadores fundadores del socialismo; nosotros lo que hemos hecho es trabajar, doblar el lomo, llevar el latigazo, recibir la humillación, eso es lo que hemos hecho toda la vida; eso nos obliga a pensar la otra sociedad, la que no sabemos, de la que sólo hemos oído hablar, porque no sabemos nada de socialismo, no hemos vivido en ningún país socialista, no conocemos a ningún país socialista, no creemos que haya ningún país socialista, ni que haya habido ningún país socialista en el mundo, (denominado así) aún cuando muchos seres, millones de seres en el mundo, han muerto en su nombre, han sido sacrificados, torturados, encarcelados, han experimentado y cada uno de esos experimentos ha sido ferozmente atacado por el capitalismo, en todo el planeta. Modestamente, pienso que nadie nos podrá enseñar a ser socialistas, sino nosotros mismos, como dijo el viejo Simón “o inventamos o erramos”, estoy convencido de que un paso importante para construir la nueva sociedad, pasa por masificar el conocimiento de los problemas que tenemos. Se que las grandes mayorías tenemos respuestas, no sólo los sabios.
I
La insensibilidad bosteza
somos esta piara
humanamente encorbatada
consumiendo todos los supermercados de este mundo
gastándonos todas las energías
mientras obesos
esperamos nuestro adornado palo cochinero
II
Somos este arreo de burros
cargados de sarcasmos e ignorancias
luciéndolos como trofeo
esperando en la cola
para comprar nuestro carro del año que viene
yo bostezo, tú bostezas, nosotros bostezamos,
Entre tanto la realidad es una pesadilla
que recorre al mundo
Diaria es la masacre
pan nuestro de cada día
brazos, piernas, vísceras
alimentan nuestra vanidad televisiva.
III
En los salones de arte y museos
nos regodeamos en luces y pulidos pisos
que sostienen la neutralidad del hijoeputismo
ahí no suenan las bombas
y no salpica la sangre
Ni las epidemias, ni el hambre
ahí sólo hay un silencio de muerte cómplice
IV
Las bombas tienen firmas inocentes
y caen sobre seres inocentes
el juego de lo macabro
ya no permite el taparse los ojos para esconderse.
V
Arrasar con todo es la consigna
que el miedo nos apañe la tragedia
que el hambre justifique cada incendio
que la ignorancia nos ciegue para siempre
cuando escupa para arriba
ya no sabré del estallido que me desaparezca.
VI
Amamantaré cada retoño de odio
en nombre de los abuelos
cocinaré toda rabia y la volcaré en tu contra
hasta ahogarme.
VII
cuando ya no quede una partícula de afecto
nos iremos tras cada maldición
pronunciada en este planeta
seremos la guerra de la guerra
contra nosotros mismos
yo seré quien ordene mi fusilamiento
como todo buen egoísta.
VIII
Tal vez un día
este mundo natural se recupere
de este virus cobarde,
hambriento e ignorante
que lo habita
o quizás un sueño afectivo
nos libre del cebado asesino que somos.
IX
Te convoco desde esta corriente sangre
con todo y hueso y palabra dolida de ancestros
a caminar paralelo al capitalismo
a una huelga de soledad
a un no verlo más
te convoco al encuentro de los juntos
al abrazo de los que nacerán
de otra sangre y otro beso
a los desprendidos de dioses y amos
te convoco a la adoración de todos los afectos
para que el odio no sea más nuestro alimento.
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