viernes, 22 de octubre de 2010

Cuando la rabia no me deja otro camino

Si cuando la rabia no me deja otro camino que el sacudón del 1989, el poder se me encima, me encara mi falta de talante democrático, mi bestialidad ancestral, mi delincuencia innata. Si cuando no puedo hablar y el silencio es un atarugue en la garganta y me levanto en armas un 4 de febrero del 1992, e insisto en noviembre del mismo año, entonces el poder me condena y me achaca el desespero, la inmadurez, la falta de cordura, el porqué no ir por la vía democrática; cuando se me dice que tengo el derecho de decir lo que está bien o mal para mí, y digo al que debo decir, y cuando debo decir, entonces se me regaña y se me repite aquel viejo discurso, que durante siglos ha ahogado todas las revoluciones del mundo aún no es el tiempo, es inmediatismo; silencio que yo se lo que hago, silencio, ¿acaso quinientos años de silencio no bastan? parafraseamos al libertador, ¿hasta cuándo la tecnoburocracia con disfraz revolucionario, nos dirá lo que es bueno o malo para nosotros?, ¿dónde estaba el 12 y el 13 de abril del 2002?, ¿por qué no vino a decirnos en plena guerra, lo que debíamos hacer?, ¿por qué no nos mandaron a callar, o es que fueron sustituidos por los viejos sátrapas en esos días?.


Si en esos días, tuvimos el buen tino y el buen consejo, cómo es que hoy, ante la evidencia de la mentira, se nos dice equivocados; todos, todos estamos equivocados; entonces ¿con quién se cuenta en esta revolución? ¿con la caterva de engreídos tecnoburócratas que nos cobran bien caro, por servicios prestados? que sus sacrificios se acumulan en aires acondicionados, en grandes carros, en cómodas oficinas y trajes caros, en caso que así no fuera, nunca fueron llamados, nunca se les pidió ser héroes, o mártires o sacrificados por nosotros, jamás se supo que ser revolucionario daba derechos, a no ser aquel de comer el mismo pan y a beber la misma agua que bebemos todos, y a pasar por los mismos caminosavatares que nos indica el huracán; a nadie se le pide milagros, ni maravillas, ni ser circo, todos estamos llamados a equivocarnos, pero sanear un río en tiempos de revolución, pasa por sanear la conciencia del hacer. Un río, como una revolución, no son un problema tecno estadístico que se pueda presentar en un informe, como otra tarea cumplida. Por eso el grito seguirá siendo grito aturdidor porque no quiere que se encubra la mentira. ¿Cómo guardas el río de mis ojos, de mi piel, en una carpeta de informes? Una revolución no es un acto demagógico, y para muestra Puente Llaguno; los sicariados campesinos, cuando se está de corazón en una revolución, nada cuesta reconocer el equívoco. Una revolución es como tener el sol en las manos, es mirarlo todo, sentirlo, oírlo, saberlo. En una revolución nadie es analfabeta de conciencia, y sobre todo nosotros los pobres, que somos los más interesados en ella. Que nadie lo dude, en una revolución todo está claro. Hasta que no descubran desde el poder nuestra existencia, como seres pensantes no será posible cambiar nada, porque somos nosotros los que hacemos. No nos sigan creyendo estúpidos, porque el pasado no ha muerto, está al acecho, y sólo el miedo al que dirán, lo puede devolver al mando. No sigan creyendo en sus amañadas estadísticas, en su propaganda adecacopeyanaprimerojusticia, en sus encorbatadas disertaciones sobre el imperialismo; en ese querernos meter miedo con la guerra, cómo si nosotros no hubiésemos nacido de ella y la viviéramos. Hermanos que intentan dirigir este marasmo; vamos a equivocarnos juntos. Por favor no se equivoquen solos. Que después de ojo sacao no vale Santa Lucía. Déjense de andar con esa capa roja y esos interiores por fuera. Pongan pie en tierra, que aquí no necesitamos héroes, ni milagreros. ¿O es qué debemos pasar de nuevo por el dolor del pueblo soviético, o chino o cubano o francés, con sus comunas vueltas luego informes de burócratas, por el miedo de hacer las cosas entre todos?. Que la fuerza de la costumbre no nos devuelva a la construcción capitalista de las viviendas, el capitalismo no es un gordo lleno de plata, es un modo de ser, de producir y pensar las cosas. El Socialismo o como se quiera llamar la otra sociedad, no es definitivamente, producir más eficientemente, es aparte de un verso producir lo necesario, no es aumentar la población, no es comer más, no es tener más, es un poema, lo necesario; tal vez una flor.

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